Los
portadores de la antorcha es una escultura que se encuentra en la Ciudad
Universitaria de Madrid. Es obra de la estadounidense Anna Hyatt (1876-1973), esposa del hispanista e hispanófilo estadounidense Archer Milton Huntington. La realizó entre los años 1950 y 1954 en homenaje, según dijo, a la herencia de la civilización occidental, y fue inaugurada el 15 de mayo de 1955; en enero de ese año nací yo.
Anna Hyatt quiso representar en este grupo escultórico el traspaso de conocimiento de una generación a la siguiente. La escultora dejo constancia en sus diarios que cuando la esculpió tenía en mente el heroísmo de los españoles que durante siglos habían luchado por sus ideales y que desde la Ciudad Universitaria podrían liderar el mundo.
La escultura que se encuentra en la Ciudad Universitaria fue fundida en aluminio, siendo donada por la autora a la ciudad de Madrid desoyendo con ello los deseos de importantes ciudades estadounidenses que querían instalarla en alguna de sus plazas.
En el pedestal figura, tanto en inglés como en español, una inscripción escrita por José María Souvirón que Archer Huntington recogió en su libro de poemas The Torch Bearers (Los portadores de la antorcha), y dice así:
EL HOMBRE LLEVA LA SAGRADA ANTORCHA
DE LA FIDELIDAD POR LAS CANDENTES
ARENAS DEL DESIERTO DE LOS TIEMPOS
LA MUJER LLEVA LA MATERNIDAD
COMO ANTORCHA SUBLIME EN SU CAMINO
CON AMBAS LUCES LLEVAN A SU TÉRMINO
LA INCANSABLE TAREA DE LAS ALMAS
HASTA LA ETERNA PUERTA DE LOS CIELOS
ANTE EL GOZO DE DIOS ARREBATADOS.
Existen tres copias en bronce. Dos de ellas se encuentran en Estados Unidos, una en la Universidad de Carolina del Sur y la otra en el Discovery Museum de Bridgeport (Connecticut). La tercera se encuentra en Valencia.
No recuerdo el día que la vi por primera vez, pero calculo que tendría dieciocho o veinte años. Lo que sí recuerdo es
que fue de casualidad. Mis paseos por la Universidad Complutense fueron
siempre muy escasos, y menos por la plaza donde se encuentra situada, frente a las facultades de Medicina y Farmacia, pues mis estudios de Historia, Derecho y Filosofía los cursé en la Universidad Autónoma de Madrid.
También recuerdo que desde el primer momento que la contemplé me impresionó.
Observé con detenimiento al joven que monta a caballo, un hombre fuerte y
seguro de sí mismo que tiene toda la vida por delante. Se inclina levemente
para recoger la antorcha que le brinda un anciano, abatido, exhausto, miembro
de una generación anterior que se libera con la entrega y traspasa con ello la
responsabilidad a la generación posterior.
También
recuerdo que entre los dos roles que presenta la escultura me vi identificado,
como no podía ser de otra forma, con el hombre joven que inicia su andadura con
la seguridad de que su generación alcanzará cotas superiores a la generación
sustituida.
Hace
unos días volví a aquel lugar a tomar unas fotos y ¿qué descubrí?, descubrí que
mi mirada se dirigía más bien al anciano que extiende su brazo y ofrece la
antorcha. Y no lo hice ni con nostalgia ni pesadumbre, tal vez con algo de
decepción, pero con serenidad, asumiendo la responsabilidad del tiempo que
estuvo en mi mano, recordando las derrotas cosechadas, pero también recordando
la decisión e ilusión con las que afronté todos los retos, peleas, batallas,
celebraciones…
Tal
vez alguien, algún día, analice los errores y aciertos de mi generación y sea
capaz de desvelar por qué no fuimos capaces de hacer las cosas mejor, dónde
actuamos como cobardes, cuándo lo hicimos con miedo, en qué ocasiones supimos
superarlo y en cuáles marcó nuestra conducta y fuimos sometidos.
Por
mi parte no pido ni clemencia ni perdón, solo pido que antes de juzgarnos piense en la escultura de Anna Hyatt, tome la antorcha y afronte con valentía el riesgo que le
tiene reservado el futuro. Muchos años después, cuando se vea tirado en el
suelo y utilice sus últimas fuerzas para extender su brazo y entregar la
antorcha al joven que se la reclame, entonces, justo entonces, estará en
disposición de juzgarnos.
Espero
que en ese momento no le tiemble la mano y sea implacable. Estoy seguro que ya habrá aprendido cómo hacerlo.
Madrid, tres de agosto de dos mil doce. Revisado en agosto de 2024.