Gran error, enorme error. Un error de los
gordos.
La tesis más sólida y extendida del origen de la expresión ‘Craso
error’, es que procede del adjetivo latino ‘crasus –a –um’, que significa gordo,
grueso.
Existe otra tesis que sostiene que ‘Craso error’ procede del error
táctico que el General Marco Licinio Craso cometió en la batalla de Carras.
Así, José Ignacio Lago dice que ‘La afirmación “craso error” nació
en la Roma de mediados del siglo I a.C. para describir un error fundamental, y
con ese sentido se sigue utilizando hoy en día. El “craso error”, el error de
Marco Licinio Craso, consistió en aventurarse en una expedición cuyo fin era
conquistar el Imperio parto, heredero del persa. La aventura terminó en lo que
los romanos definirían como “el desastre” por antonomasia… el desastre de
Carras’.
Y continúa diciendo José Ignacio Lago, ‘Tanto Plutarco como Plinio
mencionaron en sus escritos la leyenda de la "legión perdida", una fuerza de
romanos que tras la batalla de Carras continuó sirviendo a las armas partas.
Pero hasta hace apenas unos años se pensaba que era precisamente eso, una
leyenda. En el año 2000 la universidad de Lanzhou, en China, publicó los
resultados de los análisis de ADN llevados a cabo entre la población de Zhelaizhai,
un poblado situado en el desierto de Gobi, en la provincia de Gansu. Tales
resultados confirmaron la teoría que en 1955 el investigador norteamericano
Homer Hasenpflug Dubs había enunciado sobre el paradero de aquellos
legionarios. Según los análisis de ADN, el 46% de los habitantes actuales de
Zhelaizhai son descendientes de romanos. La sorprendente noticia, apoyada por
la arqueología y la filología, demostraba científicamente que un grupo de
romanos había llegado a aquellas remotas tierras, situadas a 7000 kilómetros de
Roma, sobre la segunda mitad del siglo I a.C. El poblado al que fueron enviados
o que construyeron se denominó ‘Li Jien’, es decir, Legión’(1).
Por su parte Ross Cowan nos dice que ‘An example of a foolish
failure to employ the simplex acies was the battle of Carrhae (53 BC), when
Gaius Cassius Longinus counselled Marcus Licinius Crassus to deply his army in
that formation to engage the Parthians horse archers and cataphracts’(2).
Aunque lo más probable es que el origen de la frase responda a la
primera de las dos tesis expuestas, no es aventurado pensar que el haber sido
relacionada con el error táctico cometido por Marco Licinio Craso en la batalla
de Carras, propició que su uso se haya mantenido a lo largo de más de mil
ochocientos años, y que aún en la actualidad la sigamos utilizando.
(1) José Ignacio Lago. ‘Roma en guerra’. Almena
Ediciones. Madrid, 2007, pp. 330 y 334.
(2) Ross Cowan. ‘Roman Battle Tactics 109 BC – AD 313.
Osprey Publishing Ltd., 2007, p. 18.
En Soto del Real (Madrid), a veintisiete de enero de dos mil trece.
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